Cómo las rosquillas de mi abuela no hay ninguna mejor en el mundo mundial!. Seguro que muchos de vosotros afirmáis ésto con los ojos cerrados, y quién dice abuela dice madre, porque quién no ha dicho alguna vez que cómo las croquetas de su madre no hay ninguna igual? . Pues eso, que son hechos comprobadísimos que jamás se cuestionan.
Cuando mi Rosa del blog Quocinando comentó la posibilidad de hacer recetas típicas de Semana Santa lo tuve clarísimo, las rosquillas, al igual que los fritos de sartén son el mejor ejemplo de receta de cuaresma. Vamos tarde, lo sabemos, pero hay dulces que fuera de su época son más que bienvenidos, y las rosquillas son un buen ejemplo de ello, en cualquier época del año apetecen verdad?.
Mi abuela Carmen era conocida en la familia por sus rosquillas y los huevillos que aunque suenen un poco mal estaban deliciosos. Eran unas albóndigas dulces que se servían en una sopa de leche aromatizada que quitaba el sentido. Cuando se ponía a freír rosquillas alimentaba a toda la población, recuerdo cómo mi padre le preparaba una caja de las grandes de cartón forrada con papel de parafina y la llenaba casi sin dejar huecos entre ellas, allí había material para semanas!. Pero lo bueno era que a los tres días ya no quedaban, entre los primos, tíos y algún amigo que olía rosquillas a quilómetros desaparecían en un visto y no visto.
Cuando estuvo en Suiza para visitarnos, no perdió la oportunidad de prepararlas, por eso de que tuviéramos el sabor de siempre en nuestro país de acogida y aprovechando que la ayudé me apunté la receta sagrada. Y aunque la he mantenido bajo cuatro llaves y dentro de mi cajón secreto al fin la comparto con todos vosotros. Usa de medida la cáscara del huevo, cómo tiene que ser, usando lo que se tiene a mano y nada de cachivaches varios. Así que al romper los huevos, hacerlo por la parte de arriba para dejar casi el huevo entero y que nos sirva de buena medida.
Mi hija no es muy amante de los dulces, prácticamente no le gusta nada pero las rosquillas le chiflan, y lo mismo a mi hijo mayor, se pone una en cada dedo y a disfrutar de la tarde!. No os voy a engañar, no se hacen en un momento, pero las cosas buenas de la vida llevan su tiempo, y lo bueno es que cuando te pones a preparar salen un montonazo. Aviso, con las cantidades que os pongo salen tantas que mejor las preparáis para cuando organicéis una merienda con bastante gente, y os darán para compartir con amigas o vecinas, pero sólo con las simpáticas, las rabiosas que ni saludan y te miran por encima del hombro nada de nada, a esas sólo se las ponéis a la vista y cuando los ojos les hagan chiribitas os dais la vuelta y a comerlas con cara de gustirrinín, la próxima vez querrán ser tu amigui del alma!.
Nos ponemos manos a la obra?. Toca colocarse el delantal, lavarse las manos, preparar todos los ingredientes, buena música y a freír rosquillas! Y en cuanto terminéis os invito a visitar a mis Cooking Challenge para ver que cosas maravillosas podéis cocinar: Rosa, Lourdes.
INGREDIENTES
* 9 huevos grandes
* 1'300 kg harina blanca
* ralladura de 2 limones
* 2 sobres de levadura química
* 400g azúcar
* 50g mantequilla
* 50ml nata líquida
* 9 cáscaras de aceite de oliva virgen extra
* 9 cáscaras de licor ( anís)
ELABORACIÓN
1. Separar las claras y montarlas a punto de nieve, reservar. Mezclar las yemas, el azúcar y la ralladura de limón. Unir la mantequilla derretida, la nata líquida, el aceite de oliva y el licor ( anís). Unir la mitad de la harina con los dos sobres de la levadura y unir las claras montadas a punto de nieve con movimientos envolventes. Seguir incorporando el resto de la harina hasta obtener una masa que no se enganche demasiado en las manos. Tampoco debe quedar una piedra de masa, no debemos pasarnos incorporando harina, corremos el riesgo de que nos queden duras, debemos obtener una masa que aunque se enganche un poco al ponernos aceite en las manos esta se maneje bien. Dejar reposar la masa una media hora tapada con papel film.
2. En una sartén honda llenarla de aceite de girasol ( no le da tanto sabor a las rosquillas) que aromatizaremos con piel de limón. Cuando la piel esté dorada la retiramos de la sartén. Ir cogiendo porciones de masa y hacer un agujero en medio, agrandarlo e ir echando al aceite bien caliente, cuando tengamos unas cuatro rosquillas retiramos la sartén del fuego para que se hagan y no se quemen, volver a poner al fuego y le damos la vuelta, bajamos a un fuego medio y las dejamos hacer. Deben quedar doradas por fuera y hechas por dentro. Una vez fritas, pasarlas a una bandeja con papel de cocina para que suelten el exceso de aceite y pasarlas aún calientes por una mezcla de azúcar y canela al gusto. A disfrutar!
Aquí el secreto está en dejar una masa que no sea demasiado compacta y que a la hora de freír juguemos con la temperatura del aceite para evitar que nos queden fritas por fuera pero crudas en su interior. La masa da para mucho, para ir probando la correcta temperatura, lo mejor es ir haciendo catas, acabas merendado y cenado y si me apuras hasta desayunado para el día siguiente!! Qué sacrificio el de la cocinera y las catas jajajaja. Qué os aproveche!!!