Hay sabores y olores que no se olvidan nunca, y eso es lo que me pasa con ésta coca. Recuerdo entrar en la panadería con mi madre y ver esas cocas tan finas en el mostrador y con ese olorcillo a anís que me encantaba. Además es uno de los pocos dulces que le gustan a mi madre, así que un día navegando por internet la encontré y me faltó tiempo para hacerla y comprobar lo fácil que era y el buen resultado que daba. Lo que no apunté era el nombre del blog dónde la encontré ya que fue al principio de navegar por el extenso mundo de los blogs y ni siquiera lo apunté, por lo que espero que la persona que fue no se enfade conmigo y sepa perdonarme.

Ingredientes:

* placa de pizza

* azúcar

*piñones

* anís

* aceite de oliva

1. Para la preparación, desempaquetar la placa de pizza ( la que me ha dado mejor resultado ha sido la del Lidl ), y con un rodillo extenderla lo más fina posible. A mí me salen tres cocas de cada placa comprada.

2. Colocarla sobre la bandeja del horno preparada con papel parafinado, y pintarla generosamente con aceite de oliva, espolvorear con abundante azúcar y colocar los piñones.

3. En horno pre-calentado a 210ºC hornear la coca durante 10 minutos, hasta que los bordes estén bien tostados.

4. Rápidamente después de sacarla del horno pintar bien con anís, de ésta manera conseguiremos que el anís en contacto con el azúcar caliente cristaliza y quede tan brillante.



Es ideal para tomarla como merienda, o después de la comida para acompañar el café. Más fácil es imposible y queda la mar de resultona.

Aquí el detalle de como ha cristalizado el azúcar con el contacto del anís.